27 abril 2016
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Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos.
Se expanden en formas extrañas y voces inconexas por el pasillo. Viejas desdentadas de manos huesudas tantean, agarran, atrapan.
Monstruos de fauces feroces sonríen ladinos. Niebla, luces, sombras, pócimas, danzas. Aquelarre de brujas y ogros que devoran niños. Se esconden en los armarios, se meten debajo de sus camas, se camuflan en sus pijamas;
acechando a la espera que llegue la noche, que cierren los ojos, que posen la cabeza
sobre la almohada; para colarse luego en sus sueños por cualquier resquicio. Y a medida que avanza la noche se burlan del sueño y estallan en gritos.